El sueño en la primera infancia.

por | Ene 29, 2024 | Alta Sensibilidad, Disciplina positiva, Escuela, Psicología Positiva

¿Sabías que un sueño de mala calidad en los niñ@s puede llegar a afectar su desarrollo físico, social, emocional y cognitivo?

Efectivamente, por este motivo cuando en consulta atiendo a familias con malestar o preocupación por la conducta de su hij@, lo primero que hago es investigar las rutinas para ver como se está acompañando la necesidad de descanso de su peque. La falta de descanso actúa como un pulpo y acaba afectando mucho a las conductas/estrategias de vida del peque y en su intensidad.

Muchos problemas relacionados con las conductas de los niños, radican su origen en un mal descanso. Todo el mundo tiene claro que cuando hay hambre hay que comer, también beber cuando hay sed es algo innegociable, pero resulta que cuando hay sueño, aunque se verbalice “está cansado”, cuesta hacerse cargo de esta necesidad en el momento en que se detecta. Está normalizado que el cansancio es normal y que el descansar puede esperar.

Añadido a todo esto, se ha creado una idea equivocada acerca del sueño en la primera infancia ya que parece que los niños tienen que aprender a dormir y el adulto es el que tiene que enseñarles a hacerlo. Esta creencia sin fundamento y totalmente desviada de la realidad, solo refleja más bien una necesidad del entorno que una necesidad del niño. Lejos de enfocarlo como una culpa, si no simplemente para ponerlo en contexto, los adultos tienen necesidades y límites externos que cumplir como un horario de trabajo, obligaciones, ritmo de vida etc…  Aprovechando este choque de necesidades se han ido creando negocios enfocados a entrenamientos del sueño que intervienen de una forma directa en el descanso del niño para aprender a dormirse poco a poco sin cubrir su necesidad de seguridad y supervivencia. No hay enfoque respetuoso que entre en estos criterios por mucho que se venda de esta forma y no hay ningún estudio que avala las estrategias utilizadas por los coach de sueño. Es una figura no regulada (eso implica no reconocida a nivel profesional) que con su trabajo acaba alterando y sacrificando aspectos que no pueden tener en cuenta, por la falta de globalidad en la preparación a nivel de fundamentos de conocimientos.

Pero vamos a dar un paso atrás hasta antes del nacimiento del peque. Los bebes en la barriga de sus mamas saben dormir, motivo por el que no hay que enseñarles nada, ya que es una necesidad fisiológica del niño para sobrevivir de la misma forma que no hay que ayudarles a aprender a respirar.

Cuando el bebe nace, tiene que aprender a sobrevivir en un entorno nuevo dependiendo por completo de su cuidador/es principales. Es un cuerpo diminuto que necesita además alimentarse muchas veces, ya que tiene que crecer y eso implica comer muchas veces durante las 24 horas. Los despertares son un mecanismo de supervivencia de la especie a esta edad y luchar en contra a eso es luchar contra la naturaleza del mismo ser humano. Además, al depender totalmente de un adulto, necesitan contacto, ya que esta necesidad entra dentro de su necesidad de seguridad y de esta necesidad sale el dicho “parece que la cuna tiene pinchos”. Este es el motivo por el que hay que respetar el ritmo de desarrollo de todos los niños y al ser el sueño un proceso evolutivo, hay niños que necesitan años para llegar a tener un sueño maduro, tal como el de los adultos. Otros son dormilones desde el principio o casi y sí, es una suerte en este aspecto, pero esta representa una grandísima minoría. Además, la necesidad de contacto y acompañamiento nocturno puede durar mucho más que el proceso de maduración del sueño y no hay nada malo en eso.

Intervenir en un proceso evolutivo, sin dejar el tiempo necesario para sentir seguridad ante ello suele llevar a más problemas a corto o a largo plazo y puede interferir en el desarrollo de otros procesos ya que cada paso adelante del bebe o de los niños, necesita como requisito primero la seguridad. Un niño que interioriza que no puede contar con eso y que tiene que renunciar a su necesidad de seguridad, acaba poniendo en practica otros mecanismos de supervivencia que juegan un papel negativo en otras áreas.

Sin saberlo además muchas veces, lo que acaba sucediendo por desconocimiento es que los adultos dificultan sin querer el mismo proceso evolutivo por no conseguir ver la prioridad en las necesidades del peque y eso sí es algo a tratar. Aquí es donde el adulto puede hacer mucho para que el proceso siga un camino sano y donde empieza mí trabajo en consulta en la mayoría de estos casos. Para acompañar desde el respeto, hay que tener la información necesaria para orientarse y trabajar para que todo lo que influye en el sueño nocturno esté enfocado a favorecerlo y eso no es lo que hacemos 30 minutos antes de dormir. Siempre lo recuerdo en consulta, el sueño nocturno empieza a cuidarse, en el mismo momento en que se despierta el niño.

Entonces que se puede hacer para acompañar a un niño de una forma respetuosa. Se puede intervenir favoreciendo desde la mañana hasta la noche, todas las condiciones más optimas para que el proceso pueda avanzar a su ritmo teniendo en cuenta:

  • Sus necesidades básicas
  • El factor hormonal
  • Los hábitos que pueden interferir
  • La parte emocional que no se ha podido expresar
  • Tener tiempo y energía para acompañar con respeto

Por eso es importante no esperar a tener un problema, si no abordar con responsabilidad cuestiones que nos preocupan.

Si sientes que quieres trabajar en ello y necesitas que te acompañe, mándame un whatsapp al 0034 652671523

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